
¿Te haz dado cuenta de que puedes tener toda la energía del mundo pero si alguien bosteza cerca de ti se contagia aunque no quieras?
Es más, si nos propusiéramos no bostezar al ver a otros hacerlo, experimentaremos una urgencia mayor y quieras o no terminas bostezando. Además de ver a alguien bostezar, también el pensar constantemente en bostezo, es muy probable que termines haciéndolo.
¿Lo intentaste? ¿Funciono?

Este comportamiento no solo se da en humanos, también en otros mamíferos como los chimpancés, los perros y los gatos.
Un grupo de científicos de la Universidad de Nottingham en Inglaterra se dio a la tarea de saber por qué sucede esto y llegó a la conclusión de que es un reflejo del cerebro que se activa justo en la zona encargada de controlar la función motora.
Para determinar cómo y por qué se contagian los bostezos, los científicos tomaron a 36 voluntarios adultos sanos y les pusieron a ver videos de gente bostezando, mientras les hacían una resonancia magnética.
En una primera etapa se les indicó que podían bostezar libremente, en la segunda se les pidió intentar no dejarse llevar por las ganas de bostezar. En una tercera etapa se utilizó estimulación eléctrica para ver si esto motivaba más al bostezo. Y así fue.
En investigaciones anteriores, los científicos habían concluido que los bostezos se contagian por la empatía, es decir la capacidad que tiene el ser humano y algunos primates para entender y ponerse en los zapatos de los demás. De esta forma, el organismo tiende a imitar lo que ve, como si se tratara de un espejo.

Sin embargo, también se han manejado otras probables explicaciones. Por ejemplo, se ha visto que el contagio de los bostezos aumenta con la edad de las personas y hay quienes piensan que en esta acción podrían estar implicados factores genéticos.
Mi curiosidad no me deja... ¿Cuántas veces haz bostezado en los últimos minutos?
Porque yo ya perdí la cuenta.
Fuente: La Nación.
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