Una investigación hecha a 92 perros confirma que los gritos y regaños violentos provocan daños en su salud mental.
Investigadores de la Universidad de Oporto, en Portugal, se dieron a la tarea de analizar el comportamiento de 92 perros y su relación con los regaños y reprimendas recibidas.
Tras separar al total de animales en dos grupos, los especialistas realizaron una serie de experimentos incentivando al primero con estímulos positivos -como premios, galletas o caricias- y al segundo con regaños, gritos y jaloneos de sus correas.
Analizando los signos de nerviosismo de los perros (bostezos, levantamientos de patas, aullidos o lamida de labios), los científicos descubrieron que aquellos que recibieron estímulos positivos mantuvieron bajo control sus niveles de estrés y ansiedad, mientras que aquellos regañados con “fuerza” se mostraron alterados, ansiosos, deprimidos y hasta confundidos.
Lo que más sorprendió a los especialistas fue que luego de darle seguimiento a los canes del estudio, aquellos que sufrieron un “maltrato” cargaban estragos de las pruebas a pesar de que había pasado el tiempo.
El tiempo que le tomó a estos canes “recuperarse” fue de una semana a más de un par de meses, por lo que los investigadores invitan a las personas a generar conciencia sobre la forma en que cuidan de sus animales.
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Entre Líneas
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